Una puesta en escena y un ritmo teatral han sido las bazas jugadas por la diseñadora para atrapar la atención del público. Isabel Zapardiez ha presentado sus propuestas en orden creciente, llevando a los asistentes hacia la intensidad de un desenlace final enmarcado en una ambientación completamente diferenciada a la del resto del desfile. p>Sobre la pasarela, la diseñadora ha presentado una colección compuesta por 15 vestidos que expresan de su manera de hacer y sus preferencias a la hora de tomar elementos de inspiración para las creaciones. En un conjunto ecléctico, ha estado presente el estilo oriental de formas lineales, simulado en uno de los vestidos con una cola de referencia ineludible al kimono, las divas del cine negro, o las reminiscencias antiguas con tejidos y aplicaciones vintage, que en uno de los vestidos data del año 1820.
Este se ha iniciado en un ambiente de glamour, con inspiración en el cine de los años 50, en el que las modelos han destacado su protagonismo iluminadas por un foco que seguía sus pasos, en un entorno de claroscuros general y acompañadas por canciones de época como “Muñequita linda” y voces como la de Nat King Cole.
En el escenario, Bar Rafaeli abría el desfile con la vaporosidad de un diseño en tul de seda y encaje holandés a partir del que Isabel ha propuesto una clara evolución de formas, de tejidos –de las gasas hasta los Mikados y los brocados- y de colores –de los neutros a los brillos plateados y dorados-…que han contribuido a ir “subiendo” la expectación.
Hacia el final se sucede un cambio radical en el ambiente: la oscuridad se hace sobre el escenario y se oye una voz que recita en japonés. Con una música orquestal como fondo van apareciendo los últimos vestidos, de formas esculpidas, y el desfile se cierra con una una falda y un abrigo que envuelve con caprichoso volumen la figura de Bar Rafaeli.
Según la diseñadora, para esta colección no se ha inspirado en un “patrón” de mujer sino en la diversidad: “he reflejado en ella a mujeres muy variadas, que tienen en común el querer vestirse de novia con elegancia y mucha exclusividad”. En este sentido, la colección “es un reflejo de cómo trabajo en el campo de la Alta Costura: diseñando un vestido único para cada mujer.” Isabel Zapardiez cuenta con un Atelier en el centro neurálgico de San Sebastián donde lleva a cabo su trabajo con un equipo de profesionales de la costura, y donde vive con su familia.
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